Es en la Mente viviente del Padre Espacio que tenemos nuestro Ser; cada
estrella, planeta o ser orgánico, contiene sus cualidades, que serán expuestas
a medida que evolucione y las exprese.
Pero existe en Él un aspecto inefable e indescriptible, el Espiritual, difícil de
conocer por criaturas que, como nosotros los humanos, recién comienzan la
aventura de la conciencia. De todos modos, evolucionaremos hacia el Espíritu,
tenemos para ello todo el tiempo y todo el espacio, que nos brinda nuestro
Padre.
Esta muy breve presentación del Hacedor Primordial, intenta introducir a
aquellos que buscan su verdadero lugar en el Cosmos.
Sabemos que son muchos los que se preguntan: ¿De dónde vengo? ¿Qué es
realmente lo que soy? ¿Cuál es mi destino?
Cuando estas preguntas comienzan, las puertas del Sendero tornaron a abrirse
para ellos, y se vislumbra una ardua jornada de ascenso, no sin escollos, que
deciden seguir.
Muchas veces estas simples preguntas desestructuran toda una vida. La
solidez de las enseñanzas infantiles desaparecen, se cuestionan los conceptos
de los que se erigen en autoridad, y el piso que sostenía nuestro pobre
esqueleto intelectual, moral, psicológico, y religioso se viene abajo,
desmoronándose lo adquirido, y con ello la personalidad.
Por supuesto, se caen los ídolos.
Sin embargo es el primer paso para un nuevo nacimiento a un intelecto
diferente, que puede concebir lo inconmensurable de la Verdadera Existencia,
reconociendo que la Vida es mucho más que lo evidente.
Ese Sendero en ascenso va realizando este nuevo despertar del intelecto unido
a la Mente Universal, siendo capaz de controlar y transmutar las furiosas
fuerzas psíquicas, que por lo general, dominan a los seres humanos.
En cuanto se transpuso el umbral, aparece frente al Caminante un mundo
pleno de nuevos, aunque ancestrales conocimientos, de los que tenía una vaga
intuición cuando descubrió la puerta apenas entreabierta. Seguramente, todo
Caminante mira hacia atrás en ese momento, comparando la chatura de lo
recorrido en la planicie más absoluta, con la alta Montaña que se le presenta a
sus ojos ávidos. Piensa en las tantas, tantas veces que fue y volvió por ese
paisaje sin aristas, aplastado por el condicionamiento. Ahora sí sabe algo. Que
nunca más puede volver hacia atrás.
Y asciende, aprendiendo lo que significa cada tramo del Sendero. La Libertad
que da el conocimiento, lo ligeras que se hacen sus cargas cuando ayuda a
otros con las que llevan; aprende que no debe evitar los obstáculos, sino
sortearlos enfrentándolos y venciéndolos, ya que si no lo hace de esa manera,
puede resbalar y atrasarse en la ascensión, aunque nunca se vuelve atrás.
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